domingo, 4 de noviembre de 2012

La civilización del Nilo

El Periodo Arcaico de Egipto, o Época Tinita o Periodo Dinástico Temprano (c. 3100 - 2700 a. C.), es el comienzo de la historia dinástica del Antiguo Egipto. Según Manetón, la capital del Imperio durante este tiempo fue Tinis, o Tis (de donde proviene el nombre Tinita), aunque no hay vestigios arqueológicos que lo corroboren. En esta época gobernaron sólo dos linajes de reyes, denominados primera y segunda dinastía; los primeros faraones se consideran los unificadores de Egipto.


El Imperio Antiguo de Egipto, también llamado Reino Antiguo, es el período de la historia del Antiguo Egipto comprendido entre c. 2700 y 2200 a. C. Lo integran las dinastías III, IV, V y VI.1
El Imperio Antiguo forjó y consolidó el sistema político, cultural y religioso surgido durante el periodo protodinástico, con la aparición de una monarquía cuyos rasgos más notables son la divinización absoluta del faraón (los egipcios creían que el faraón aseguraba las inundaciones anuales del Nilo que eran necesarias para sus cosechas) y un poder político fuertemente centralizado.
El Imperio Medio, también llamado Reino Medio (c. 2050 - 1750 a. C.), se inicia con la reunificación de Egipto bajo Mentuhotep II, a mediados de la dinastía XI, dando fin al denominado primer periodo intermedio de Egipto. Está época comprende la segunda parte de la dinastía XI y la dinastía XII.1 Le siguió el segundo periodo intermedio de Egipto.

Estatua sedente de Kefrén



Se trata de una escultura individual, tallada en un solo bloque en actitud sedente.

Se muestra en un trono, llegándole el respaldo de éste justamente hasta los hombros, y sobre él, la imagen de Horus en forma de halcón, abraza protector la cabeza del rey con sus alas extendidas.

La parte inferior del trono son cuatro patas de león y sendas cabezas de estos animales en ambos extremos del asiento del mismo.

En los laterales del trono están representadas las flores del Alto y Bajo Egipto (loto y papiro) entrelazadas, representando la unificación en un solo país.
Los miembros están representados con un alto grado de perfección. El rostro, con facciones muy marcadas, muestra el hieratismo propio del arte egipcio.

La musculatura está representada con gran realismo. Lleva los brazos apoyados sobre los muslos con la mano derecha cerrada y la izquierda con la palma abierta hacia abajo. Como única vestimenta lleva un faldellín plisado, el tocado faraónico y la barba postiza propia de los reyes de Egipto.

Respecto a las normas de la estatuaria egipcia, vemos en esta estatua varias de las más interesantes: 

La figura está tallada en un solo bloque, teniendo forma cúbica. 

Guarda la ley de la frontalidad, ya que el único detalle de a parte posterior de la estatua es el halcón. El resto es liso, ya que la estatua está hecha para verse de frente.

Cumple también la ley de la simetría. La escultura es completamente simétrica, dividiéndose en dos partes iguales respecto a un eje vertical, salvo por la posición de las manos.

Muestra hieratismo y rigidez definidas como la representación tranquila y ambigua, y una inmovilidad, casi de reposo.

Por último, la representatividad. La escultura egipcia tiene un fin, aparte del puramente estético. Bajo mi punto de vista, la estatua nos representa a Kefren como a un rey que toma la personalidad de un dios, fundiéndose en el abrazo de Horus, que lo apoya y lo protege.